sábado, 20 de julio de 2013

Viernes 19/07/13 - COMO ATERRIZAR SOBRE EL COSTADO IZQUIERDO

Amanece enmarañado. Como toooodos los dias de esta semana en Logroño. Menudo verano de lluvias que llevamos. Estoy por cambiar el Vectra por una Zodiac.
Ya se lo dije a mi compi de trabajo y veterano parapentista Javier... Este finde vuelo, Javi, lo estoy visualizando...
Pues efectivamente, tras 2 fines de semana de secano me he pegado en la muela y de la mano de mi instructor Martin un vuelazo de flipar.
Al salir de Logroño no las tenía todas conmigo. Salimos muy tarde, a eso de las 18:00, tras los oportunos retrasos para coger leche infantil y hacer tantas otras cosas que en modo alguno podían haber quedado solucionadas con antelación (este blog lo lee también mi bendita y amantísima mujer y hemos de ser graciosos pero dormir en cama a ser posible).
Esto ya nos situaba en la muela a las 21:00... pelin tarde para lo cansado que andaba yo ayer.
La cosa es que con cierta desgana y un poquin de frustración tras las últimas semanas, llamé a Martín cuando estábamos a la altura de Soria, para que me pusiera al corriente del parte. Me dijo que estaba fuerte pero que tendía a bajar. A diferencia de otras ocasiones donde su voz denotaba un "no hay nada que hacer" rotundo, en esta ocasión era como un NO que parecía mas un SI. Sea como fuere, aseveración de Martín o mera interpretación mía, a la altura de Almazán, cogí el desvío a Barahona y Atienza y decidí dar una oportunidad a la Muela... ¿Acerté?.
A unos kilómetros de la muela ya vimos parapentes dando vueltas sobre la cota del despegue, buena señal, hay viento para salir y para mantenerse. Devoré los últimos km hasta la zona de despegue cada vez mas ansioso, aparqué donde Dios me dio a entender y mal-excusandome a mi mujer y a mi suegra, salí raudo a buscar a Martín.
La cara oeste estaba llena de velas, la cosa prometía. 
Localicé a Martín. Saludos de rigor, sin muchas palabras. Yo tenía la seguridad de que hoy volaba pero no quería que la ansiedad se notara en mis palabras. Aguardé sin decir nada, hablando de banalidades. En 5 minutos Martín enfila al jeep, yo le sigo como un perrillo ilusionado pero contenido... "Coge el equipo Diego"... música para mis oídos.
Desplegué la Alpha y la enganché a mi flamante nueva silla, me calcé mi casco verde con visera (la envidia de todos los cascos). Abroché todas las correas y comprobé las bandas... Todo bien, todo sujeto, todo enderezado...
Esperé un minutín a que se despejase un poco el área en torno a mi y empecé a levantar la vela. buf! Como se nota la falta de práctica. Uno, dos y tres intentos y la vela abajo, incapaz de sujetarla. Pero esto es como todo, lo que bien se aprende... 
Cuarto intento y arriba la vela, suelto las bandas, sujeto el freno derecho, la Alpha se endereza como por ensalmo, ya es todo control suavito. Media vuelta y a encarar el despegue, el viento es óptimo. Delante mío sale un biplaza y Martín me aguanta hasta que el bipla coge distancia... y como desde la torre de control, Martín me hace señas de que despegue.
Empiezo a avanzar, es todo deslizar la vela como cuchillo por mantequilla blanda, con resistencia pero avance certero.
Las condiciones de despegue son cojonudas, no me hace falta ni tirar de freno para coger altura. Según salgo me acomodo en la silla y a Volar.
Escribo volar con mayúscula porque esto si que fue un vuelo. No se el tiempo que estuve arriba, pero fue mucho y fue maravilloso.
Martin a la radio guiándome, cada vez menos, cada vez mas libertad.
Intentamos probar el acelerador pero no funcionó. Tras el aterrizaje vimos que uno de los enganches estaba desconectado.
Giré, subí, bajé, incluso derivé. Esto último es como derrapar en el aire, una sensación muy chula.
Me comí varios rotores (viento turbulento generado por un ala a su paso... Como cuando un F1 se pone detrás de otro para adelantar). Estos generan bajas presiones en el ala o en una parte de esta, en resumidas cuentas, varios meneitos, pero como los baches de la carretera, sin peligro, es tan solo cuestión de acostumbrarse.
Así estuve un buen rato, viendo lo pequeñito que es todo cuando tomas perspectiva.
Y aquí viene el relato que da título a este post. Martín me mete a la muela para aterrizar, voy volando (nunca mejor dicho).
Hago la aproximación sin problemas, todo muy bien,... Y de repente, no se si quedaban 2 metros al suelo, noto como la parte izquierda de la vela pierde presión y cojo velocidad hacia la izda. Lo que iba a ser un aterrizaje de bolita de algodón se convirtió en un buen ostión. Para cuando Martín me dijo que tirase de freno ya no había nada que hacer. Caí de costado, sin consecuencias, pero con un susto, mas por no entender lo que había pasado que por la propia caída en si misma. Todavía tumbado en el suelo y atado a la silla me auto-chequee por ver si tenía algo averiado, no parecía que fuera así.
Me fui soltando poco a poco del arnés mientras Martín se acercaba para comprobar si seguía teniendo alumno.
A pesar de que el golpe me lo llevé en la cadera izquierda, la silla me protegió bien. Tan solo un raspón en el codo, otro en un nudillo y un dolorcillo en el talón derecho que aún hoy no termino de entender. Craso error no haberme puesto las botas y la chaqueta.
Si estás leyendo este post y eres tan novato como yo no cometas mi mismo error. Usa siempre botas de montaña y con una cierta caña para proteger planta y tobillos. Y usa también una chaqueta de manga larga que ante un arrastrón te ahorrará las postillas que ahora luzco yo como un dálmata.
Martín me explicó el porqué del susto. Al superar el viento el borde de la muela, se generan remolinos o rotores que hacen que en determinados puntos el viento vaya "arremolinado", esto hace que la vela pierda presión total o parcialmente. El tema está que en el aire esto no supone mayor problema pues la vela utiliza algunos metros de caída para recuperar una posición estable. El problema al estar cerca del suelo, es que esos metros de caída no existen y por ello hay que trabajar los frenos para asegurar un aterrizaje lo mas seguro y suave posible.
Total que el resumen de la jornada es como sigue: he volado, me la he pegado en el aterrizaje (ojo no es mi primera vez y tampoco debéis pensar que me he lastimado mucho) y he aprendido mogollón.
Mañana mas... y por supuesto mejor!!

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